Pobres, también, no son culpables del proselitismo anquilosante que no les deja ver más allá de la línea del horizonte marcado; que dan por cierto e inamovible la doctrina absorbida que les deforma la realidad, que no contrasta, que no se escapa del dogma: el tiempo le hará juzgarse a sí mismo.
Pero los perros miserables que esperan en la puerta de la casa de quienes le tiran los desechos, que ni si quiera comparten como buenos socialistas, sino que egoístamente lo devoran en su guarida. Ojo, mucho cuidado: hay ventolera y se pronostica un gran vendaval.
Yo también fui socialista, yo también fui comunista, yo también fui anarquista, pero nunca viví de tal manera. Más tarde fui yo y, con razón o no, hablo desde mis adentros, sin querer convencer a nadie, la gente es terca y tiene que partirse la testa para saber que la tenía sobre los hombros. ¿Qué más le puedo pedir a la vida, llegar a político, a participar de la mentira estructural que tanto he odiado y tanto daño ha causado? No tengo nada, pero lo tengo todo, y ahora sí que estoy dispuesto a compartir, pero no materialismo, si quieren, rectitud, si quieren, rebeldía, experiencias, y hasta el amor de un hombre bruto al que también le pueden las emociones... Simplemente para quien quiera escuchar, porque no espero el aplauso de nadie y sí el desprecio de quienes se sienten aludidos; para quienes quieran oír y avanzar, me dispongo, como el más simple soldado, al verdadero proyecto que libera la patria. No espero nada de nadie, quiero la libertad de mi pueblo. La independencia de Canarias.
Isidro Santana León