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25 Mar

¿Hasta dónde es peligroso el magnetismo religioso?

Quien durante su vida se ata a determinadas opiniones, ideas, dogmas, ritos y actividades religiosas, quien a través de ritos de iniciación como por ejemplo el bautizo se ató o se deja atar a una determinada religión, debería saber que esa atadura tiene su continuidad en los mundos del Más allá, donde querrá pensar, sentir y practicar otra vez lo mismo o algo parecido a lo que pensó, sintió e hizo como hombre en la Tierra.

Los mundos religiosos imaginativos del hombre conducen a éste, como alma, otra vez a lo mismo, al grupo del que formó parte ya durante su vida terrenal puesto que la pertenencia a un grupo, las formas a menudo muy intensas de practicar la religión a través de oraciones establecidas, de ritos, de misas, de cultos religiosos, determinan el carácter del alma de quien vive ahora en el Más allá. Él tiende nuevamente a lo mismo, lo busca y es atraído energéticamente por agrupaciones y prácticas religiosas semejantes.

La agrupación religiosa forma en el Más allá un lugar en el que el alma puede seguir practicando todo lo que está grabado en sí, en cuanto a ideas, ritos, dogmas, credos, cultos religiosos, oraciones y tradiciones implantadas. Allí también se anhelan y se forman otra vez jerarquías religiosas. A través de procesos iguales a los que se producen en la Tierra, estos grupos religiosos siguen rindiendo homenaje a sus ideas tal como sintieron, pensaron y actuaron en la Tierra.

Los cultos religiosos, los dogmas, los ritos, las fórmulas establecidas de orar, las ceremonias, los ropajes y los objetos del culto son aspectos relativos a la práctica de una religión que se han grabado plásticamente en el alma, y que tras la muerte despiertan una resonancia en el mundo de imágenes del alma que llega hasta al ámbito del Más allá, atrayéndola. De esta forma el alma ve confirmado todo aquello en lo que creía en su existencia terrenal. Por eso es muy difícil para ella liberarse de todas estas imágenes anímicas fijas y reconocer la verdadera realidad que es la existencia de un mundo espiritual superior.

Lo que al alma le parece real, no es la realidad de la verdadera existencia. La ilusión continúa tal como fue para el hombre en traje terrenal. Por eso puede suceder que un alma, debido al sello que ella misma se creó como ser humano, busque una y otra vez lo mismo, por lo que incluso cuando seres de una consciencia superior tratan de explicárselo, de conducirle y orientarle a Dios, ella lo rechaza así como lo rechazó el hombre.

Mª José Navarro

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