Naturalmente habrá alusiones al tema de la corrupción, pero sin insistir en el "y tu más", reservando para el momento de la réplica una andanada de posibles denuncias a gestores del PSOE, próximos a su Secretario General ,de las que Mariano Rajoy hasta la fecha no ha dado a la publicidad. Una especie de " contra Bárcena", que se utilizará si Pedro Sánchez traspasa la barrera de la acusación personal.
Al menos tres comunicólogos de prestigio, a las órdenes del jefe del Gabinete de Mariano Rajoy, Jorge Moragas, están elaborando los borradores que servirán de soporte al presidente en funciones.
La cuestión es pergeñar un discurso que ni sea académico ni se acerque al tono mitinero. No va dirigido a convencer a los adversarios sino a evidenciar ante la opinión pública que su política es la mejor garantía de estabilidad y que si el país se ve abocado a unas terceras elecciones generales, los responsables son quienes se han atrincherado en el "no" más tozudo e incongruente del sistema democrático. Es muy probable que se detenga comentando como se desarrolló su última llamada a Pedro Sánchez.
En algunos cursos sobre adiestramiento para el quehacer político, se suelen dedicar bastantes horas a ejercicios de elaboración de mensajes y discursos . Naturalmente se explican intervenciones de reconocido éxito. Desde la oratoria de Cicerón hasta lo último de Obama, pasando por Abraham Lincoln, Mandela, Castelar, JF Kennedy ,incluyendo las 168 palabras del mensaje del Rey Juan Carlos con ocasión del 24F-1981 y algunos momentos de las intervenciones de Adolfo Suarez y las crípticas de Torcuato Fernández Miranda.
No es fácil mantener un cierto interés tras más allá de media hora . Se puede provocar el sopor si se abusa de la referencia a cifras y porcentajes. Claro que el discurso en letanía machacona del tipo "váyase señor González" dio resultados pero requiere nuevas fórmula.
No hay que descartar que Mariano Rajoy dando por decidida la investidura fallida, opte por una intervención de trámite con el objetivo de poner en marcha el plazo de dos meses previstos por la Constitución para la convocatoria de las terceras elecciones generales.
En símil taurino, despachar la corrida con cuatro capotazos poniendo en evidencia la falta de casta de los contrarios.
José Luis Poyal Costa
Periodista. Historiador. Profesor Universitario