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07 Mar

Con Dimas Martín encerrado, se cree todo arreglado... 1º

Reproduzco la primera parte de un artículo escrito en el 2004 en prensa digital.

Después de tanta revoltura, parece que todo vuelve a la calma. Sin embargo, sólo es aparente, aunque la virulencia de la corrupción no haya trabucado otras navegadoras reciedumbres piráticas afines al colonialismo español.

Pues, sí: en el trasfondo, en el subsuelo de las administraciones "públicas" coloniales, donde sus cóncavos cimientos están colmados de putrefacta basura (estercolero al que le intentan poner muchos parches para taponar la fuga de los volátiles olores) cuya pestilencia se hace incontenible, aunque, irremediablemente, siempre se fuga por las rendijas institucionales, llegando con desagradable percepción al olfato de los canarios. Como es norma en toda colonia –en Canarias no iba a ser diferente– cuando las úlceras se irritan y supuran se pone un bálsamo que suavice la "incomprensión o desencanto" de nuestro sojuzgado pueblo.
Eso ha ocurrido con el nativo Dimas Martín (y no es que yo quiera justificar irregularidad alguna, sino que la contundencia de la ley se le aplique también a los afines al régimen), por lo que a lo sustancial del asunto me remito. Es precisamente dentro de esta trapisonda de maleantes donde utilizan al líder mahorero de Titeroigakat (Lanzarote) como elemento de justificación del gran envoltorio de toda la corrupción en Canarias, para darle tinte de ejemplaridad a la inquisidora oligocracia que nos domina durante más de 500 años, aparentando cara angelical cuando son auténticas instituciones criminales: organización mafiosa.
¡No, pueblo!, no está encarcelado Dimas Martín por corrupto –en una colonia todo está corrompido y pueden delinquir de forma manifiesta y quedar impunes los colaboracionistas al servicio del Sistema impuesto–, con el caso del líder indiscutible del PIL, se trata de maquillar un problema de flagrante corrupción institucional, exhibiendo una despreciable moralina que ya nadie cree: la cuestión es que, en algunos episodios de agresión colonialista a Lanzarote, el prisionero político mahorero, con arrojo, le ha enseñado los dientes al colonialismo español, y más porque todos sus seguidores son independentistas.
En este prostituido país canario, a nadie se nos escapa que sólo se encarcela a los nativos pobres: por robar una gallina, por sustraer una radio-casete, por una pelea, por un argucioso atentado contra la "autoridad" –se lo que me digo–, o a aquel enfermo de la droga que la desesperación lo llevó al delirio y al delito... enfermos –¡no hay que olvidarlo!– de la metástasis social que ha creado el colonialismo español en nuestra nación –en Canarias no existía droga dura hasta que España la metió de forma estructural como arma política–, problema que lacera y cargan silenciosamente y de forma estoica muchísimas familias canarias, sintiéndose éstas, en muchos casos, culpables de las patologías de sus desgraciados seres queridos, resignándose ante el narcotizador sistema impuesto, el mismo que después de generar la enfermedad se jacta de tener el remedio social... Así es: alardeando hipócritamente la eficacia de la policía colonial, encerrando a guanches pobres o enfermos y martillando seguida e inclementemente sobre los mismos, para darle credibilidad y buen hacer a los cuerpos represivos y al intruso e ilegítimo Poder Judicial en Canarias.
Sí, cristiano, son éstas las estructuras de la organización de coloniaje en Canarias para perpetuar el estatus segregacionista e inalterable los métodos y fines. Es la forma de continuar con la rapiña de nuestros recursos, extraer nuestros capitales, destruir a marcha forzada el medio natural e injertándonos advenedizas costumbres y modas para la asimilación de lo fuereño, como si elementos de progresos y superioridad fueran. También deportando al pueblo nativo de sus asentamientos primigenios, mediante draconianas y agresivas leyes de expropiación forzosa, pasando a ser ocupados estos lugares por forasteros, castas y clanes privilegiados, hacinando a los desheredados nativos en guetos despersonalizados, en el extrarradio de los emporios capitalinos.
No puedo pasar por alto, por el manifiesto interés que suscita para la economía de nuestra nación, la descarada persecución a nuestros pastores, labradores, pescadores –aquí, especialmente, Dimas Martín los defendió contra la abusadora España– quedando diáfana la supremacía racial sobre nuestro desgraciado pueblo y su sustento, para, con ello, lograr una política de dependencia absoluta del exterior, erradicando nuestros recursos primarios y así extinguir el legado cultural que lleva inherente desde nuestros abuelos precoloniales, para que rompamos con todo vínculo ancestral relativo a nuestras pautas de comportamiento y personalidad, convirtiéndonos en extranjeros en nuestra nación.
La total trasformación del territorio: campos de golf, monstruosas construcciones, carreteras como si fuésemos un continente, infraestructuras que no son para beneficio del pueblo canario y sí, con total seguridad, preparada para una especulación e invasión sin precedentes, premeditadas para des-identificar al canario con el medio que le ha dado una particular idiosincrasia, forma de pensar y de vivir, además de la tara psíquica que toda esta perversa depredación, contraria a los Derechos Humanos, incide en el pueblo canario. Todo hasta que se extraiga la última gota de leche a la Jaira que, después matarán sin escrúpulos y dejaran sus vísceras dispersas por nuestra patria...... Continuará.

Isidro Santana León

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