Entre los más directamente implicados, estaban el Consejero de Empleo Víctor Díaz y los que fueron directores generales del ICFEM –que tenían la obligación de velar por el reparto y buen uso del dinero que iba a la formación de este desgraciado pueblo–, Francisco Almeida, Aurelio Ayala, Francisco Zumaquero, Diego León, Tomás Quesada, quienes, en la Audiencia Provincial de Las Palmas, no sabían dónde estaba la pasta ni a quienes se la dieron: un bulto tan grande de dinero que no saben ni han visto nunca... totalmente invidentes, los pobres.
Si, muchos de éstos con chip de izquierda, otro que llegó desde PCU a CC, los de derecha... todo un buen potaje ideológico que se unen como moscas en torno a la miel. Evidentemente, la ideología se rinde ante el capital. Motivo por lo que la llamo etiquetas, pues, para mí, lo que define la honradez, o no, son las acciones de las personas y no el color de la ropa que usen... Continúo, explicando que, por lo que se supo, se pudo o dejaron investigar, el dinero también llego a la UGT, empresas y entidades particulares que no dieron respuesta al destino de los fondos: no se hicieron los cursos y se mamaron el dinero.
[Del Río sostiene que no hay que ver cada irregularidad por separado, sino como parte de una sucesión de decisiones que permitieron que las ayudas que concedía el Icfem en aquellos años se saltaran los procedimientos previstos en la ley, que se subvencionaran cursos sin comprobar su utilidad, el colectivo al que iban destinados o la homologación de sus profesores, o que ni siquiera se controlara que se cumplía su finalidad principal: incentivar la inserción laboral de trabajadores en paro]
En fin, que los tribunales le dieron carpetazo a este asunto, como es costumbre con los del poder y, colorín colorado, este cuento se ha acabado: excepto si robas un cartón de huevos que, en tal caso, llevarán a declarar hasta a la gallina.
Sin ánimo de justificar la criminalidad del franquismo (de la misma forma que no justifico la actual y corrupta dictadura parlamentaria), debo decir que, en Gran Canaria, existían centros de FP como La Escuela del Ntra Sra del Pino, el PPO etc., que a tanto canario formó.
Para los que no vivieron aquella época, debo decir que de dichos centros salían grandes profesionales canarios que, directamente empleaban las empresas de nuestra tierra y otras instaladas aquí. La gestión entre la enseñanza la profesionalidad y el empleo en las empresas estaba organizada, de forma que de los mencionados centros y otros salieron grandes fontaneros, electricistas, carpinteros, mecánicos, pintores, frigoristas, caldeleros, fresadores, torneros, soldadores... todos empleados en la industria existente en la época, en la pequeña empresa (hasta que la desmantelaron con la entrada en la CEE de la mano del españolísimo Saavedra) y la cantidad de profesionales trabajando en el Puerto de La Luz en las empresas ASTICAN –que hoy sólo emplea foráneos arguyendo la no preparación de los canarios–, SOVISPAN, NICO, y en todas las empresas derivadas del sector como ALCORDE etc., que tanto canario cualificado metía en sus plantillas.
La entrada en la CEE, además de la forma colonial en que se hizo, obligó a todos nuestros sectores productivos estratégicos –sobre todo el agropecuario e industrial– a desaparecer, para favorecer los productos y empresas foráneas que no dejan renta en Canarias ni crean empleo para nuestro pueblo.
Ni Fueros Canarios ni REF ni más concesiones dadivosas y limosneras del reino español acabarán con el paro. La inexperiencia actual –estructural– de nuestros trabajadores para ocupar cargos relevantes, el fracaso escolar... es una realidad incontestable. Todo esto seguirá ocurriendo hasta Canarias no deje de ser el prostíbulo de España y Europa, desarrollándonos desde la soberanía nacional. Seguir así es alimentar la metástasis que padece nuestra nación, país, el nuestro, que cuenta con medios para ser un Estado más digno y desarrollado que la verduga España.

Isidro Santana León