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25 Mar

El saneamiento económico de Telde y la mejora de sus servicios

Nadie duda ya a estas alturas de que se ha producido en numerosas partes del mundo una reactivación de la conciencia política de la ciudadanía, desgraciadamente salida del lógico hartazgo ante prácticas ilegales e inmorales y ante una forma de entender y de gestionar lo público, lo que se ha venido a llamar -en una generalización muchas veces injusta- 'vieja política'.

Esa elevación del espíritu crítico colectivo, lo que redunda en un claro beneficio para la propia comunidad que lo protagoniza, casa a la perfección con una idea que venimos defendiendo desde hace mucho tiempo, y no es otra que el empoderamiento de las y los vecinos en todos los ámbitos que les atañen, y por supuesto también en el momento de elegir en las urnas a sus representantes públicos. Decía Winston Churchill que "cada pueblo tiene el Gobierno que se merece", y Jacinto Benavente iba incluso más allá al afirmar que "los pueblos débiles y flojos, sin voluntad y sin conciencia, son los que se complacen en ser mal gobernados".
He repetido en múltiples ocasiones que los problemas que han acuciado a Telde durante años, manchando su buen nombre, no son fruto de ninguna maldición divina, sino responsabilidad de todos y todas pero especialmente de quienes defraudaron la confianza de la mayoría social y se dedicaron a labores ignominiosas que unieron a una gestión pésima y alejada del interés general. Pero el pueblo teldense, lejos de reforzar a esas formaciones políticas, decidió penalizarlas con rotundidad en las elecciones municipales de 2015, y todo hace parecer que en los próximos comicios tampoco les será otorgado ningún perdón. Las y los electores teldenses votaron a favor de un cambio, buscaron revertir la espiral de caos y desprestigio en que estaba sumida la ciudad.
Y sin duda, el desastre económico de las arcas municipales, y las graves consecuencias que eso comportó para los servicios públicos, se encontraba como prioridad entre los grandes asuntos por resolver, y desafortunadamente también entre los grandes estigmas que empañaron la imagen de Telde dentro y fuera de nuestro territorio.
La hoja de ruta del actual Gobierno local tenía marcado a fuego un objetivo irrenunciable e inaplazable: el saneamiento económico del Ayuntamiento y con ello la mejora clara y efectiva de los servicios ofrecidos a la ciudadanía. Nos pusimos manos a la obra desde el primer día para afrontar -concepto clave en la 'remontada económica' experimentada por Telde- problemas que, en algunos casos, arrastraba el Consistorio desde hacía décadas.
Las sentencias firmes por procesos expropiatorios, algunos de ellos pendientes desde los años 90, sumaban 34 millones de euros. El TSJC aprobó un plan de pagos a 8 años, pero el ahorro nos ha permitido liquidar esa deuda en solo un trienio, logrando de una tacada hacer justicia con las personas que esperaban y desesperaban para que se les pagara, detener la millonaria sangría de intereses que dañaban aún más las cuentas municipales, así como que los Tribunales apreciaran el cambio de tendencia y la determinación de nuestra Administración para ser seria y cumplir con sus compromisos.
Pero la gestión responsable del dinero de todas y todos los teldenses ha permitido cerrar cuentas anuales con superávit, pudiendo afrontar también una deuda comercial vigente y exigible de 8,2 millones de euros. Miles de facturas pendientes cuyo abono ha supuesto una importante inyección para muchas pequeñas y medianas empresas, además de seguir fortaleciendo la reputación del Ayuntamiento.
Pero en cantidades absolutas y en influencia, la deuda bancaria pasaba por ser el lastre más pesado, la piedra más voluminosa que Telde cargaba en su mochila. De los 111 millones que se adeudaban a las entidades bancarias al comienzo del mandato, hemos pasado en solo cuatro años a los 54, en lo que supone una reducción de más del 50% tras haber pagado 17 créditos con más de una década de adelanto.
En total, y por expresarlo de una manera diáfana, Telde tenía en 2015 una deuda reconocida de 153 millones, que en febrero de 2019 se ha quedado en 54. La deuda ha menguado en un 65%, lo que sin duda está teniendo, y tendrá más aún, un impacto directo en la calidad de vida de todas y todos los que habitamos esta ciudad. Porque pronto la Institución saldará por completo esos créditos financieros pendientes, pudiendo romper el inefable plan de ajuste que se le impuso cuando pidió todo ese dinero hace ya siete años.
No es la única circunstancia positiva de volver a ser un Ayuntamiento responsable y cumplidor, pues aquellas colas de acreedores a las puertas de la Concejalía de Economía y Hacienda que podían verse en 2015 ya no existen, sino que los proveedores habituales cobran incluso en semanas. El periodo medio de pago ha descendido desde los 467 días a los 77, y pronto volverá a bajar, por lo que las empresas se presentan en mayor número a los concursos públicos de contratación. Y, aquí también, aumenta la credibilidad de la Administración ante la ciudadanía y ante los diferentes agentes económicos y judiciales.
Con todo, lo que se debía a los bancos tiene más relevancia que cualquier otra cosa, porque el Gobierno del anterior mandato, al solicitar esos créditos, aceptó que le fueran impuestos el 'famoso' plan de ajuste que lleva soportando Telde desde 2012 y cuya finalización está estipulada para 2032, que no es otra cosa que un plan de recortes que cerró nuestra escuelas infantiles -que ya estamos en proceso para reabrir el próximo septiembre-, recortó el contrato para la limpieza de nuestras calles -mermando el servicio con la reducción de la maquinaria y el despido de casi 40 trabajadores-, también el del mantenimiento de parques y jardines o la Escuela de Música, entre otras cosas. Y aumentar la presión fiscal a las familias y al tejido empresarial.
Lo cierto es que, aparte de las mejoras ya experimentadas a todos los niveles durante este cuatrienio -reconocidas dentro y fuera del municipio- como el haber asfaltado media ciudad, la rotunda mejora en políticas sociales o la construcción, reapertura o finalización de diferentes infraestructuras, el saneamiento económico va a permitir en 2019-2020 romper definitivamente, quitarnos de encima, ese maldito plan de recortes de una vez por todas, adelantando su liquidación en 12 años.
Eso se traducirá en que el esfuerzo de los y las teldenses junto con un Ayuntamiento serio y responsable nos permitirá mejorar nuestra limpieza viaria, nuestros parques y jardines, acabar el Plan de Asfalto que ya ha comenzado, emprender la rehabilitación de viviendas en San José de Las Longueras, culminar la del Valle de Jinámar y continuar con su Plan Integral -que será también implementado en San Gregorio- o generar bonificaciones fiscales tanto a la ciudadanía como al tejido empresarial, con el IBI y el IAE.
El presente de Telde es otro, y el futuro aún más. Hemos pasado de viajar por Canarias y escuchar aquello de Telde no tiene solución a lo que nos dicen ahora: Telde tiene otro color. Lo hemos hecho entre todos y todas.

Carmen Hernández
Alcaldesa de Telde

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