Rubalcaba es un tipo listo, y a sabiendas de una derrota más que segura, intentó esquivar el tortazo, porrazo o paliza en toda regla, con la técnica del que sabe que lo ha hecho mal y "aprenderemos de los errores", de la consabida "lo hizo el otro" -maléfico ZP- o la manida "que viene el lobo"... pensando quizás que las distancias serían menores de lo esperado o que la derrota sería algo más dulce. Llegados a este punto el análisis del descalabro de su partido con él encabezando las listas y los carteles -pocos la verdad- solo cabe en frases como la consabida "debacle electoral", "pifia manifiesta", "gigantesco fracaso" o la retórica "batacazo histórico", yo prefiero la menos simpática "cagada monumental".
Fue tal la derrota y tal su fracaso que los que esperábamos un mínimo de dignidad la noche electoral con su dimisión, y la retirada perpetua a su casa, dando las gracias por los servicios prestados y hasta luego Lucas...nos quedamos planchados.
La estrategia fue pusilánime y vergonzosa, desaparecer un tiempo, culpar a la crisis galopante, a las políticas erráticas de Zapatero y a los asfixiantes cinco millones de parados. Tiempo suficiente para que controlara el partido, los tiempos y el destino: tomar la secretaría general. Como sin con él no fuera la derrota y el hundimiento del partido a niveles de sima oceánica. Vamos los "espabilados" de toda la vida.
Ya es hora de nuevos tiempos y ya es hora de jubilar debida y adecuadamente a la vieja guardia, esos decimonónicos rostros del viejo y anquilosado partido que se resiste a dar la alternativa. Ya es hora pues que Rubalcaba asuma su derrota y ya es hora que el partido lo jubile de forma cierta y certera. Gracias caballero por nada.
Y la alternativa no es otra que Chacón, mujer, joven, catalana y sobradamente preparada. Nadie puede tener más impedimentos, nadie puede tener tantos puntos en contra, por lo tanto nadie puede ser mejor candidata. Y eso que no me cae bien del todo "la Chacón", ni sus influencias terciarias que la acompañan -marido influyente y avanzado en cloacas-, ni su guardia pretoriana, ni su desdén de empollona resabida; pero aún y con todo debe ser la sucesión natural en un partido bajo mínimos y desnaturalizado, cuyas siglas de obrero no deja de ser una pantomima -al menos con las políticas antiobrera aplicadas en la última legislatura-.
Por eso apuesto por una mujer, gobernados tantos años a base de testosterona endémica de pésimo resultado, y a las pruebas me remito: solo hay que ver como está el solar.
Ya es hora de un verdadero cambio. Un paso que empieza tomando las riendas de un partido agonizante de ideas y de idealistas. Un partido y un país que necesita a una mujer al frente.
Chacón sí.