Viernes, 29 de Marzo 2024 

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03 Jun

Así podríamos resumir la lectura de las últimas elecciones europeas, un clamor contra la plasta del estamento político que nos gobierna desde la transición. No quiere decir que el bipartidismo se haya acabado, ni mucho menos, pero podría ser el comienzo de una gran amistad en las gentes que verdaderamente piensan con el hemisferio suroeste izquierdo. Porque es evidente es que la debacle del estamento político tradicional se presenta como una posibilidad muy real para un volumen ingente de personas. De hecho, en algunas de las principales ciudades canarias el auge de los votos de la izquierda alternativa fue más numeroso que la suma del citado estamento rancio y viejuno (PP-CC-PSOE). Estos dicen que hay que oír a las urnas, pero son sordos. Lo único que se oye es ¡que se vayan!.


Bien es verdad que las elecciones europeas permiten unas licencias que el electorado no se las concede en instituciones percibidas como más cercanas o determinantes para la vida cotidiana local. Por eso se ha votado más desde parámetros ideológicos que desde los pragmáticos, que se suponen más apropiados a aplicar a las instituciones del día a día. Aun así, la orientación y cantidad del voto ha sido de tal calado que parte de él probablemente se consolide en las próximas contiendas electorales municipales y autonómicas. El coraje acumulado da para rato.
Y aunque ya ha comenzado la batalla para la desacreditación de este renacimiento electoral de las izquierdas y procurar recomponer a los partidos del establishment, entiendo que lo sustancial es ver de qué manera se articula un frente de izquierdas que aglutine toda esa sensación de que sí se puede quitar del gobierno a los mayordomos de las grandes fortunas. El partido Sí se puede fundado en Tenerife que ha ido creciendo durante sus diez años de andadura asamblearia marcó un camino de reestructuración de todos los parámetros de la izquierda que hoy han seguido fenómenos como Podemos. Aunque en realidades muy diferenciadas, los presupuestos de ambas organizaciones son parecidos, lo que implica la obligación de llegar a acuerdos electorales donde todo el malestar y la voluntad de cambio pueda expresarse. Ese es el reto que tienen por delante, y habiendo voluntad, de seguro que se alcanzará. El caso de IU es más dudoso, pues con ambas organizaciones tendrá mucho que limar.

Paco Déniz

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