A Méndez le han descubierto en las últimas semanas estancias en hoteles de auténtico lujo, habitaciones que cuestan un ojo de la cara, algunas de ellas podían ser perfectamente la vivienda de cualquiera de ustedes, con un mobiliario finísimo y una decoración que le harían aparecer en cualquier catálogo de casas con encanto. El problema es que el encanto costaba unos cientos de euros diarios, pero para eso ya luego se lo cargarían a los ciudadanos, vía Junta de Andalucía o Gobierno de España en concepto de vaya a saber usted qué.
Los dos grandes sindicatos de España, pero ahora con especial incidencia en UGT (ya tocará darle lo suyo a CCOO), están convirtiéndose en un foco diario de noticias y ninguna de ellas positiva. Méndez y los suyos deberían de ser portada por lograr grandes acuerdos laborales con la patronal, conseguir los mejores convenios colectivos para los trabajadores, conseguir movilizar a las masas cuando hay jornadas de huelga. Sin embargo, la UGT sólo sale en las portadas en los casos de presunta corrupción, una verdadera pena, a decir verdad, porque si algo puede hacer de contrapeso a ciertas actitudes despóticas de determinados empresarios esos deben ser los sindicatos. Pero es que ni están ni se les espera.
Al final vemos con desazón que los sindicatos, salvo honrosas excepciones, se limitan a buscar su propio beneficio, a copar los mejores puestos y, a ser posible, en los que no haya que dar un palo al agua. Quizá habría que fichar a ese figura que trabaja solo en la central de compras de UGT que es capaz de facturar más de un millón de euros al año. Obviamente, no lo busquen, seguro que es otra suerte de engaño perpetrado por la organización de Méndez, a la que cualquier afirmación debe pasar por diversos tamices para contrastar que lo que están diciendo no es más que otra argucia.
Juan Antonio Alonso Velarde