Ya lo señalé con anterioridad en otro artículo la verdadera ruindad que suponía hacer negocios en nombre de la solidaridad, abusar de buen corazón y del alma desprendida de muchísima gente. Hay personas como Alejandro Sanz que, aparte seguramente de aportar unos miles de euros a la causa, pusieron su nombre al servicio de esta lucha y para nada estará satisfecho con este timo. Ya no tanto porque su prestigio pudiera verse resentido, que seguro que no, sino porque está convencido que muchos fans del cantante se lanzarían a prestar su ayuda desinteresada para que Nadia pudiera curarse.
Fernando Blanco, el padre con más cara que espalda, era el encargado de ir por los medios de comunicación. Hay que reconocer que el sujeto tenía labia y mucha prestancia para perpetrar el engaño y muchos fueron los que cayeron en la aviesa trampa diseñada por el matrimonio. Muchos periodistas dieron la cara por él, por la mujer e hicieron mil y una acciones. El palo que se llevaron con esta historia fue de órdago a la grande y, en un gesto de decencia que les engrandece aún más, han pedido disculpas a sus lectores, oyentes y televidentes por haberlos llevado también a ese engaño.
¿Cuántas donaciones anónimas no habrá habido a favor de Nadia? A estos dos elementos, a Dios gracias, se les acabó el cuento. Ojalá y les quiten la custodia de la menor. Estos dos individuos, lejos de ser padres ejemplares, han sido unos auténticos cicateros a los que la salud de la hija, con perdón, directamente, se la pelaba.