Y aquí es donde entra la gran cuestión, ¿hay que legislar en caliente? Sinceramente, no, pero tampoco se puede dejar pasar alegremente el tiempo porque, de lo contrario, nos encontraremos con otro caso como el de Sandra Palo, la menor a la que un chaval llamado El Rafita violó repetidamente hasta que acabó con su vida. ¿Resultado de una ley que permite estas licencias con los menores? Pues que ese sujeto salió del reformatorio y pulula libremente entrando y saliendo de comisaría cada vez que comete una fechoría.
Por supuesto, en un año meramente electoral, nadie va a querer tocar nada del Código Penal para castigar más duramente a los menores de 14 años que cometen crímenes de este calado, pero no puede demorarse por mucho más tiempo una reforma a fondo para evitar que este tipo de personas que llevan insertado el germen del asesinato salgan impunemente a la calle tras haber estado sólo unos meses o pocos años en una institución donde, supuestamente, son sometidos a una reeducación. Viendo lo de El Rafita, naranjas de la China.
Juan Antonio Alonso Velarde