Viernes, 19 de Abril 2024 

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01 Jul

¿Habrá algún ser humano a quien no le inquieten los destrozos, degradaciones, contaminaciones y ruindades que infligimos al planeta que nos sustenta? ¿Habrá en algún lugar un ser tan insensible y ególatra a quien no le preocupe la supervivencia de los terrícolas del presente y del futuro? Todo indica que, a pesar de los pesares, hay más de los que podemos sospechar.

Aun así, cada vez que se menciona el calentamiento global [incremento de la concentración de gases de efecto invernadero -CO2 y metano, entre otros-], millares de personas se sienten incómodas y posiblemente consternadas. Y no es difícil de entender, puesto que este aumento del calentamiento global viene determinado por diferentes acciones "corrosivas" del ser humano, que rompen el equilibrio de la temperatura estable y adecuada para la vida:
• La destrucción de la capa de ozono en la estratosfera [por la emisión de gases de combustión de hidrocarburos y emisión de clorofluocarbonos (CFC), impidiendo la absorción de los rayos ultravioleta del sol que llegan a la superficie terrestre, acarreado graves consecuencias a los seres vivos [melanomas y cataratas, entre otras].


• La deforestación [sin masa forestal aumentan los gases de efecto invernadero, se extinguen los animales (el orangután puede desparecer de Indonesia en menos de 5 años, al talarse 51 km2 de selva al día) y las plantas, aumenta la desertificación y se producirán tormentas de viento y precipitaciones torrenciales].
• Agotamiento del suelo [motivado por una agricultura intensiva que debe atender las necesidades de la superpoblación mundial] y de los océanos [esquilmados por la pesca indiscriminada y fuera de control].
• El deshielo de los glaciares y casquetes polares [los osos blancos están disminuyendo en el Ártico, como consecuencia de este calentamiento], que acarreará inundaciones en un futuro cercano, subida del nivel de los océanos [se producirán migraciones para escapar de sus efectos], además de un incremento del agua dulce.
• La contaminación y el aumento de la temperatura de los océanos, con efectos desastrosos sobre los arrecifes coralinos, la fauna y la flora.
• La acumulación de ozono en la troposfera [originada por la combustión de la gasolina, fundamentalmente], contaminando el aire y afectando a la salud de los seres vivos].
• La sinrazón de los "genocidas" de animales, por afanes mercantilistas [en 2013, 20 000 elefantes fueron abatidos para traficar con el marfil].
• .../...

Todo parece indicar que el combustible biodiesel [obtenido de aceites de soja, maíz, palma de aceite...] no es la solución definitiva, pues frente a las ventajas descontaminantes tiene el inconveniente de que hay que deforestar amplias zonas.
Pero, ¿qué hacemos para evitar esas acciones que nos erizan el pelo y espantan la mirada? No hablemos de asociaciones, gobiernos o empresas multinacionales, sino de cada uno de nosotros; individualmente. ¿Me preocupa esta situación? ¿Qué hago yo, como ser racional y sensible, para detener y evitar esos peligros? ¿Basta con lamentarme?
No es razonable que yo, un ente concienciado, "objete" de esos comportamientos abrasivos y un instante después –como si por un oído me entrara y ...- arranque el coche y recorra doscientos metros para deshacerme de los residuos generados en mi hogar, sin realizar la selección indicada por las autoridades. O, salga de picnic y arroje una colilla sin apagar en el bosque.
Si hacemos una recalada en el archipiélago canario, veremos a ciudadanos, autoridades y medios de información afirmando que estas islas dependen del turismo. Admitámoslo.
Hay ciudadanos, por tanto, que luchan -se manifiestan- para que no se lleven a cabo prospecciones petrolíferas en las aguas próximas a sus costas, porque ponen en peligro la calidad de vida y el futuro de sus habitantes, y que el turismo dejaría de venir.
Estos razonamiento pueden ser correctos o no, dependiendo de la coherencia posterior a las premisas asumidas.
Sería correcto o coherente si a continuación – si después de manifestar mi rechazo a esa forma de energía contaminante- dejo de utilizar todo artilugio o máquina que funcione o dependa de ella.
No sería coherente o consecuente si yo, después de asumir que la rechazo por contaminante y peligrosa, la utilizo en sus variadas formas o me lucro traficando con ella.
Veamos.
• Si me opongo a las extracciones petrolíferas –a una energía no renovable- no puedo pretender que luego se me llenen las islas de turistas. Esos turistas vienen en aviones o barcos que utilizan el petróleo (no en aviones de papel ni barcos de vela). Una vez en las islas, espero y deseo que acudan –y masivamente- a las empresas de rent a car; que suban a guaguas climatizadas para recorrer los paisajes; que utilicen los transportes públicos para ir de "shoping". También exigiré que las carreteras estén bien revestidas, ..., ...
• Si yo, como responsable político, asumo el compromiso de gobernar un territorio de forma razonable [quizá sea pedir demasiado] no incitaré a los ciudadanos para que se opongan a las prospecciones, cuando yo mismo viajo cómodamente en un helicóptero y llego a poner el pie, en un sol día, en las sietes islas, si a mis intereses conviene; ni permitiré que una refinería de crudo contamine el ambiente con residuos y emanaciones que detesto.
• Si me opongo a las energías contaminantes no puedo exigir y menos utilizar propano, butano y consumir electricidad que provenga de ese combustible fósil. Me desplazaré a pie o en bicicleta. Incluso no debería de fumar cigarrillos, si estos llevan hidrocarburos aromáticos; ni adquirir pinturas alquitranadas para proteger la madera de la vivienda; ni utilizar bolsas de polietileno para ir a la compra; ni buscar trabajo en países ricos que viven de los yacimientos petrolíferos,...,...
¿Qué debería hacer para no caer en hipocresía y falta de coherencia? ¿Qué debo hacer yo como ciudadano que abomino de los hidrocarburos? ¿Debería desarrollar mi vida nutriéndome del sol, el viento, las mareas y la biomasa, retrotrayéndome al pasado? ¿Cómo sobreviviré hasta que las energías alternativas y limpias sean de obligado uso y estén a mi alcance? ¿Se hará de forma gradual? ¿Estoy dispuesto renunciar a las "ventajas" que me dan los hidrocarburos y sus derivados? ¿Qué haré para concienciar a la humanidad de que el planeta corre un grave riesgo?
Si detesto los hidrocarburos, es razonable pensar que los detesto aquí, en Siberia y en la Patagonia. Conviene recordar que se estima existen más cuarenta mil campos petroleros en el planeta [Europa: Rusia, Noruega, Gran Bretaña...; Asia: Oriente Medio, Kazajistán, China...; África: Liberia, Nigeria, Libia...; América: México, Venezuela, Estados Unidos,...; Australia: Queensland, isla Barrow]. En España, en las costas tarraconenses y en la comarca de La Lora (Burgos). Que de ellos se extraen unos 86 millones de barriles diarios [1 barril=159 litros, aproximadamente]. Y que se calcula que a este ritmo las reservas de crudo se pueden agotar antes de cincuenta años.
Si lo que busco es energía limpia y renovable, para preservar el planeta y a sus moradores, no debería consumir energía sucia. ¿A qué jugamos? ¿Cuáles son las reglas? Sellemos los surtidores, las plataformas, no busquemos nuevas trampas petrolíferas y volvamos a ser los erectus "rudos", limpios y respetuosos de los tiempos remotos. ¿Es una utopía? ¿Es una realidad alcanzable? ¿Los erectos seguimos siendo solidarios y coherentes o solo nos importa la codicia y la mentira?
Si mis convicciones como ser racional tienen como base sobrevivir en un planeta limpio y legarlo en las mejores condiciones a los descendientes, debería oponerme y no usar energías que contradigan mis principios. ¿ O, es una postura hipócrita?
Quiero los beneficios de la energía de los hidrocarburos; quiero beneficiarme con la energía de las centrales nucleares; quiero seguridad y estabilidad para desarrollar mis proyectos de vida, quiero que el servicio de bomberos me auxilie con la mayor celeridad, quiero seguridad ciudadana, quiero..., ...
Pero no quiero los derrames ni los peligros de las plantas petrolíferas; no quiero las radiaciones de las bombas de fisión; no quiero los ruidos ni los inconvenientes de vivir al lado de un objetivo militar; de un parque de bomberos,...
Quiero todos los beneficios, quiero tener y usar la tecnología punta, pero no quiero que los problemas y riesgos me afecten; quiero que los aguante el vecino. No lo instales en mi patio; ponlo lejos, en el del otro, en el más alejado.
Perdemos la conciencia [¿acaso lo ignoramos?] de que el mundo es un poliedro de mil caras; de mil caras frágiles y yuxtapuestas; de que todos vamos y vivimos de él; de que si se daña una parte, afecta al conjunto. Somos células del mismo cuerpo: si me mutilo un dedo el resto del cuerpo sufre. Si desgarro la naturaleza en la selva amazónica, el dolor se sentirá en los bosques caucásicos y en el delta del Okavango. No verlo así, me parece que es un terrible e irremediable yerro. [A no ser que hayamos caído en un barreño de anestesia].
¿Habría algo más bello que vivir en un planeta limpio, sin contaminar y legarlo de igual manera? ¿Debemos renunciar a lo conseguido? ¿Cómo se mantienen las conquistas alcanzadas sin deteriorar el medio, sin renunciar a las comodidades que proporciona?
Ojalá fuéramos tan fuertes y obsesivos como para imponer los criterios de una vida más sencilla y menos degradante a los jerarcas que dirigen el Mundo. Pero para hacerlo es necesario la coherencia y el convencimiento de que es el camino seguro. Desde esos principios, clamemos para que los cerebros de esos potentados -que juegan con sus semejantes igual que dioses codiciosos, aburridos e insensibles- no se fosilicen en un submundo anóxico, de negra y bituminosa oscuridad.
Sería deseable que los mares y los ríos, los bosques, los hielos, la atmósfera... que son la arquitectura de nuestra existencia, sigan siendo majestuosos y respetados. Ellos son los reyes de la creación, nosotros efímeros átomos cargados de prejuicios, arrogancia y codicia. Y lo más elemental, después de consumir la vida que maltratamos, el hombre seguirá aquí, pulverizándose y mezclándose con otros materiales para seguir nutriendo la vida; una vida que desearíamos libre de contaminaciones y sin riesgos evitables.
Si pudiéramos despertar del sueño ignorado y contemplar el Planeta dentro de quinientos, mil años, tan solo, ¿qué veríamos? ¿Qué comentario podría hacer un ser del medievo que llegara de visita al tiempo nuestro? Tal vez el olivo o la palmera que yo plante pueda darle explicaciones detalladas...
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Terminó la manifestación en contra de las prospecciones petrolíferas. Un participante, sudoroso y fatigado por la emoción, habla con voz entrecortada:
-Ha sido grandioso, no puedo hablar. Lo conseguiremos, no podrán contra un pueblo unido. -Pone el brazo en el hombro de una mujer:- ¡Vamos!, te llevo en mi coche, lo tengo ahí detrás.
-Imposible, tenemos una concentración de moteras para recorrer las islas. El ferry sale dentro de dos horas.
-Yo pensaba ir caminando, no hay ni medio kilómetro... - dice un tercero, acuciado por su mirada.
-¡Chacho, estás, loco! ¡Vamos!
-Pero...
-Vamos, que mi mujer traído el suyo.
-Pero...

Eugenio F. Murias

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