Jueves, 28 de Marzo 2024 

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05 Sep

Hablábamos –era Andrés quien lo decía- de que la sociedad española tendría que hacerle un gran homenaje al rey abdicado, a Juan Carlos I; que no era justo que se marchase por la puerta trasera después de tantos años de un reinado próspero y pacífico.
Cualquier persona –terció Mireya- enterada sabe que el rey ha recogido los "bártulos" y se ha quitado de en medio. Quiso hacer mutis por el foro, igual que un actor de dramas, pero dado su papel protagonista le fue imposible.


Una retirada que, si no ha sido nocturna, fue con las candilejas a medio gas –apostilló Elena, esbozando un sonrisa de actriz decadente.
Mireya continuó, después de encender un cigarrillo.
La carcoma le horadaba el trono y el pesticida ya no le valía. Pero no sería mala cosa tener en cuenta que al rey saliente –yo le llamo así- se le permitió demasiado –por acción y omisión- y reinó feliz y contento; como en un cuento de hadas. Leí en algún sitio que Felipe González, cuando llegó a la Moncloa, le dijo: Majestad, usted diviértase, que de gobernar nos encargamos nosotros. ¡Para qué me dices nada! Y por diversos motivos, los velos del reinado siguen sin descorrerse.
-Sí, yo también leí eso en una biografía no autorizada –apuntó Jaime-. Un rey blindado, es un rey intocable.
-Tampoco hay que precipitarse; el juicio de esa época hay que mirarlo con perspectiva, sin prisas. El tiempo lo dirá; pero un tiempo sereno, alejado de los rigores –de frío y calor- que da el presente.
Ya te digo, Andrés, pero fiat iustitia, ruat caelum -sentenció Mireya. ¿Llegará el día en que un rey que deje de serlo pierda todo privilegio y se convierta en un ciudadano más? ¿Por qué el primer servidor de la Patria no puede buscarse la vida como cualquier hijo de vecino? Me gustaría vivir lo bastante para ver ese día. Eso de papas y reyes eméritos me horroriza; ya no hay vasallos ni jergones; la gente, ahora, duerme en colchones visco elásticos y el matrimonio se ha vuelto algo sospechoso y trasnochado.
-¿Hablas del derecho de pernada, ¿no?
-Pues claro, Jaime.
-Por cierto, Mireya, no sería mal momento para liquidar los aforamientos y que cada palo aguante su vela. Si alguien debe tener fueros son los desgraciados, a quienes les llueven bofetadas hasta por respirar. Los ricos nunca pagan, y si lo hacen les quedan reservas. La democracia me confunde. Las dictaduras nos igualan. Ahora puedes hablar pero ¿de qué sirve? Si eres incómodo te ponen la zancadilla y te pisotean. El mundo es una pirámide inestable; la base es menos importante que la cúspide. ¿Cómo te quedas?
Tienes razón –me respondió, apurando el gin tonic-. Y Andrés aún quiere homenajes. ¿Qué te parece?
-Eres demasiado radical, Mireya. No te entiendo.
-Nunca entenderás a una anarquista, tienes la espalda encorvada de tanta reverencia. ¡Espabila, coño!
-Estamos en los albores de otra revolución, Andrés. La sociedad la necesita. El sistema está viciado. Hay que moverse, chicos.
-Joder, Elena, estás que te sales.
-Ya sabes, camarón que se duerme...
Un rato después estaba solo en la terraza, frente al mar. Los demás se habían ido. Elena también se fue a la cama. Supe que me iba a quedar dormido, pero se estaba tan bien que me resistí. La brisa me acarició y las olas me llevaron cabalgando como si fuera un surfista, hasta el mar calmoso de la bahía.
El honorable patriarca del clan y su camorra iban desnudos, enjaulados; sobre las olas; igual que una reata. Hasta cinco pude contar, entre la calima; pero creo que había más. Las balsas eran tirados por yuntas de tritones mansitos -turiferarios babeantes-visiblemente apenados. Iban sin caretas, con las cicatrices del servilismo brillando entre las escamas; y volvían la mirada, compungidos por el escarnio a sus amos. Decenas de barcos surcaban la mar, a ambos lados; con los pasajeros mirando el desfile, imprecando; y arrojando entrañas podidas de pescado, y pelladas de excrementos de aves marinas. Los enjaulados iban casi ocultos bajo rimeros de billetes adulterados, masticándolos como si fueran hojas. Iba a lincharlos en la playa; por sus fechorías. Pero a ultima hora, se decidió quemarlos y condenarlos al infierno de Dante; al octavo círculo, decían.
Se oyeron voces: el viejo ya está muy mayor, no carbura. Hay que tener en cuenta su gestión al frente del Govern. Han sido mucho años, dando el callo, liderando. ¿Quemarlos?, ¡qué crueldad! Es políticamente incorrecto, desde luego. Ya no vivimos en la Edad Media. Quien esté libre de pecado...
Los tritones dejaron de bracear. La duda corrió como la pólvora; los presos abrieron los ojos y dejaron de roer. Regueros de saliva dejaban un rastro maloliente por la piel arrebolada. Sobre el agua, un estercolero circuía las balsas.
Un resentido alzó la voz y habló: ¿Cuánta bazofia quedará por descubrir? ¡Despierta, pueblo! O, estos políticos nos devorarán como Saturno a sus hijos...Sin resentimiento no hay progreso.
¡Qué vergüenza! Ni desnudos sacian su codicia. Con razón, el dinero nunca llegaba...¡Tragones, que sois unos tragones! Y el viejo se quejaba de Franco... Mucho peor es él. ¡Canalla!, ¿quién roba a quién? ¡Qué país! Recuerdo cuando pedía el voto: Vostè em votar, que el Govern és cosa meva. ¡Chorizos!
Veu a la merda! –chilló alguien, desde la jaula.
Es hora de actuar, las palabras ya no sirven...! EXIJAMOS que DEVUELVAN lo ROBADO, que se les DESPOJEN de los TÍTULOS, las PENSIONES y ESCOLTAS...
Y pagando, ¿eh?, que la trena cuesta pasta.
Para qué tanto rollo; ya que estamos, colguémoslos de los mástiles. ¡Ajustémosles las cuentas!
Los gritos iban en aumento, ya no había oposición.
-Escolta, espanyol, xoriço res, espetec. Si por ti fuera ya estaría en el infierno, ¡eh!; pero ni he muerto ni me han juzgado. No sabes con quien te juegas los cuartos. Lligar-li els mascles!
El mar escucha los sueños, ten cuidado con lo que hablas –me dijo Elena en la habitación.
Estaba apoyado en el pretil, frente al rompeolas. Creo que ya me había despertado, pero juraría que alguien me habló desde la playa, con acento atropellado. Miré el mar desde la ventana, sin atreverme a salir al balcón. Elena tenía razón: Si no quieres tener problemas, ten la boca cerrada. El mal tiene escondites insospechados. Y un túnel serpeaba el fondo; y en una oscuridad tenebrosa se perdía todo rastro; hasta allí solo descendían los robustos pulmones de los malvados. Un lugar tan oculto y protegido que ni Dante lo soñó.

Eugenio F. Murias

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